Los republicanos toman el Congreso y ponen a Obama contra las cuerdas

El Partido Republicano saboreó un triunfo electoral que superó todos los pronósticos, luego de tomar control total del Congreso y de gobernaciones históricamente demócratas en unos comicios que constituyen el mayor revés para el presidente Barack Obama, cuando aún restan dos años para el fin de su mandato.

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Debilitado y con lánguidos índices de aprobación, Obama convocó a una conferencia de prensa en horas de la tarde para comentar los resultados de las elecciones legislativas de ayer, que dieron a los republicanos renovados poderes para revisar sus reformas y políticas, muchas de las cuales quieren enmendar o derogar.

El jefe de la bancada senatorial republicana y futuro líder de la mayoría en la cámara alta, Mitch McConnel también tenía previsto dar su versión de la historia en otra conferencia de prensa.

Luego de dos años de gobierno dividido y enfrentado más que antes al imperativo de tener que construir una nueva relación de trabajo políticamente viable, la Casa Blanca hizo anoche un llamado a McConnel, pero Obama no pudo hablar con el senador republicano, quien ya dormía.

El mandatario demócrata sí habló con más de una veintena de candidatos para la Cámara de Representantes, el Senado, y distintas gobernaciones, así como con líderes parlamentarios de ambos partidos antes de retirarse, y hoy iba a hacer más llamados, informó la Casa Blanca.

Los resultados de las elecciones fueron contundentes y de gran trascendencia: los republicanos tomaron control del Senado, que estaba en manos demócratas desde 2006, amplió su dominio de la Cámara de Representantes y ganó gobernaciones tradicionalmente demócratas.

La nueva dinámica política obligará a ambos partidos a repensar sus enfoques respecto a la reclamada reforma migratoria, cuestiones presupuestarias, nominaciones presidenciales, gasto público, rol del Estado en general, salud, y muchas otras cosas, según analistas.

Cuando Obama inauguró su Presidencia, en 2009, el Senado y la Cámara de Representantes eran demócratas. En 2010 los republicanos lo despojaron de la Cámara Baja, y ahora consumaron su avance tomando el control absoluto del Congreso.

Con una primera sesión legislativa en agenda para cuando los legisladores regresen a Washington la semana próxima, Obama invitó a líderes del Congreso a reunirse en la Casa Blanca este viernes.

«Humildemente recibimos esta responsabilidad que el pueblo estadounidense depositó en nosotros, pero este no es momento de celebración», dijo hoy el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, quien liderará una bancada más numerosa a partir de enero, cuando asuma el nuevo Congreso.

«Es tiempo de que el gobierno empiece a obtener resultados y a implementar las soluciones a los desafíos que enfrenta el país, comenzando por una economía que todavía está en apuros», agregó, citado por la cadena CNN.

Con las legislativas en el pasado, las presidenciales de 2016 ya se respiran, tanto que dos potenciales candidatos republicanos, el gobernador de New Jersey, Chris Christie y el senador por Kentucky Rand Paul, desfilaron hoy por estudios de radio y TV presentando la victoria como un buen augurio para el partido.

Un sondeo a boca de urna de CNN y otras cadenas mostraron que los republicanos basaron su triunfo en electores insatisfechos con la marcha de la economía, que votaron a los candidatos republicanos para el Congreso por un margen mayor a 2 a 1.
Pese al descontento con Obama, los votantes expresaron también poco confianza en el liderazgo republicano, lo que refleja la presión que enfrentará el partido que ahora tendrá el Congreso en sus manos de acá hasta las presidenciales, por lo menos.

La impopularidad del presidente -cuya aprobación ronda un mínimo de 40%- pareció afectar a candidatos demócratas que buscaban su reelección. Los republicanos presentaron los comicios como un plebiscito sobre Obama, y la táctica pareció haber dado frutos.

El resultado de la elección recuerda al sexto año de la Presidencia del respublicano George W. Bush, el antecesor de Obama, que en 2006 perdió control del Congreso en medio de gran malestar popular con las guerras en Irak y Afganistán.

Los republicanos ganaron siete escaños del Senado que estaban ocupados por los demócratas: Virginia Occidental, Dakota del Sur, Arkansas, Montana, Colorado, Iowa, y Carolina del Norte.

Con tres carreras aún sin definirse, la oposición conservadora tiene ya 52 bancas en el futuro Senado, dos más que la mayoría, que vuelve a detentar después de ocho años.

Las elecciones a senador en Virginia y Alaska todavía no arrojaron un ganador, y en Louisiana habrá una segunda vuelta el próximo 6 de diciembre entre la senadora demócrata Mary Landrieu y su retador republicano Bill Cassidy.

En la Cámara de Representantes, donde todavía faltaban definirse más de una decenas de carreras, los republicanos parecían encaminados a alcanzar o superar las 246 bancas que tuvieron durante la presidencia de Harry S. Truman, hace más de 60 años.

En cuanto a las gobernaciones -se pusieron en juego 36 de las 50-, los republicanos se impusieron en estados tradicionalmente demócratas como Illinois, Maryland y Massachusetts.

Entre tantas derrotas, los demócratas tuvieron algunos premios consuelo.

En New Hampshire, la senadora Jeanne Shaheen y la gobernadora Maggie Hassan, quien días atrás hizo campaña junto a Hillary Clinton, la esperanza demócrata en las presidenciales de 2016, consiguieron su relección.

En Pensilvania, el empresario demócrata Tom Wolf derrotó al ahora gobernador saliente republicano Tom Corbett.

Las elecciones de medio mandato atraen históricamente a menos votantes que las presidenciales y se plantean como un referendo sobre la gestión del partido que ocupa la Casa Blanca, que acusa el desgaste de gobernar y -salvo contadas excepciones- siempre pierde escaños en el Congreso en estos comicios.

Aunque los republicanos prometen desmantelar el legado legislativo de Obama, especialmente su reforma sanitaria de 2010, el presidente tiene el poder de veto y se requieren 60 votos en el Senado para forzar la votación de una ley, y en el mejor de los casos y en el mejor escenario los republicanos tendrían 55.