La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, descartó que su gobierno vaya a rebajar el precio del combustible, pese a las duras protestas que realizan camioneros en ocho estados del país, que determinaron que la justicia autorizara la intervención de tropas para liberar las rutas clausuradas a causa del conflicto.
«El gobierno no tiene cómo bajar el precio de la gasolina», exclamó la mandataria, en respuesta a la principal demanda de los camioneros, que bloquearon importantes rutas y provocaron un principio de desabastecimiento en varias regiones del país.
Poco después de las declaraciones de la presidenta, la Abogacía General de la Unión (AGU) logró ante la Justicia el permiso de convocar a la Fuerza Nacional de Seguridad para que colabore con la liberación de las carreteras que estaban cerradas por los camioneros.
Organismos judiciales de los estados afectados consideraron que el cierre de rutas estaba dificultando el abastecimiento y poniendo en riesgo la prestación de servicios.
La protesta de los camioneros preocupó al gobierno de la mandataria del Partido de los Trabajadores (PT), puesto que el movimiento no cuenta con líderes identificables, como sí los tienen por ejemplo los sindicatos, lo que hace que no haya representantes habilitados para negociar por el conjunto.
Los camioneros sostienen que el precio del diesel fue aumentado, por lo que exigen que sea rebajado, y además demandan la reducción de los peajes y el incremento de las tarifas de los fletes.
También pretenden que la presidenta sancione una ley que permita una flexibilización de la jornada laboral.
Rousseff descartó de plano el aumento denunciado y explicó que lo que se hizo fue restituir el tributo regulador del precio de los combustibles (CIDE), que el gobierno había ido suspendiendo en forma progresiva entre 2008 y 2012, hasta retirarlo por completo, en el marco de un conjunto de medidas destinadas a enfrentar la crisis económica internacional.
«Lo que hicimos fue restituir el CIDE. Y no elevamos ni una coma el precio de los combustibles, ni lo rebajamos», insistió Rousseff.
«Cuando la etapa dura de la crisis comenzó, nosotros bajamos el CIDE para poder enfrentar la crisis. Ahora consideramos que llegó la hora de volver con él», añadió.
Las protestas también llevaron preocupación a la Confederación Nacional de los Transportistas Autónomos (CNTA), que el lunes anunció haber pedido una reunión con ministros de Rousseff «para hablar sobre las reivindicaciones de los camioneros, en especial del aumento en los precios de los combustibles».
«La suba de la inflación, aliada a los aumentos en los precios del combustible, genera retracción en la economía y se refleja en la disminución de los fletes, lo que significa menos dinero en el bolsillo de los camioneros», sostuvo la entidad.