Los analisis previos de las elecciones generales del domingo próximo auguran un probable escenario casi calcado del que surgió de los comicios de cuatro meses atrás, dónde ningún partido obtuvo la mayoría en el parlamento.
En junio último, el partido islamista Justicia y Desarrollo (AKP) del presidente Recep Tayyip Erdogan, que gobierna Turquía desde 2002, obtuvo el 40.9% de los votos y 258 diputados, con lo que perdió la mayoría absoluta al no alcanzar los 276 necesarios para mantener la hegemonía.
Para el mandatario turco la derrota fue de envergadura, ya que su intención era, y es, cambiar la Constitución y marchar a un régimen presidencialista. Y para ese fin necesita tener el control absoluto del Parlamento.
En otros términos, y por varios motivos, tener todo el poder en sus manos para llevar a la práctica su proyecto de transformarse en la principal pieza del ajedrez que se juega en el tablero político de esa zona del mundo, es decir, de los Cárpatos a los Urales.
La otra novedad fue la entrada al Parlamento del partido Democrático de los Pueblos (HDP), alianza amplia que incluye a los kurdos, la izquierda y numerosas organizaciones sociales, que trepó al 13.1% de los sufragios y a 80 diputados.
El partido Republicano del Pueblo (CHP), formación laicista y secular con tonalidades socialdemócratas, tuvo el 25% y ungió a 132 diputados, en tanto que el clerical de derecha Movimiento Nacionalista (MHP), el 16.3% y 80 legisladores.
Todos los intentos de arribar a acuerdos en busca de coaliciones fracasaron, por lo que por primera vez en su historia Turquía activó su mecanismo constitucional para formar un gobierno de carácter interino que gestionó el país hasta la repetición de las elecciones, sobrellevando una crisis a la que no se le ve aún salida.
Paralelamente, Erdogan profundizó su combate contra la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), con la que había firmado el llamado Acuerdo de Dalmabahce el 28 de febrero último, que debía coronar en una paz permanente y una salida para el conflicto kurdo.
Del mismo participó también el HDP, pero que nunca se llevó a la práctica.
Por el contrario, la tregua a la que habían arribado gobierno y guerrilla naufragó con lo que recomenzaron los enfrentamientos con un alto saldo de víctimas por ambas partes.
Al mismo tiempo, el gobierno turco inició una escalada de bombardeos a las poblaciones kurdas afincadas en Siria, algunas de las cuales han conformado regiones autónomas en áreas cercanas a la frontera con Turquía.
En el transcurso de los últimos meses, tres concentraciones y actos del HDP fueron escenario de otras tantas matanzas, producto de atentados suicidas con bombas en las ciudades de Dayarbakir, Suruc y Ankara, con un total de alrededor de 160 víctimas fatales.
La izquierda, pero también sectores el CHP, señalaron al gobierno de Erdogan de estar atrás de los atentados, acusación que el oficialismo rechazó con firmeza.
Un dato a tener en cuenta es que el ex presidente Abdullah Gul le envió una nota de solidaridad ante los atentados al principal dirigente del HDP, Selahattin Demirtas, el único dirigente de aquel partido en tomar tal posición.
Pero Gul siguió jugando fuerte: hace dos días, durante una entrevista con el diario inglés Financial Times, calificó como «positivos para Turquía» a los resultados obtenidos por el HDP en los comicios.
«Es un hecho, la lucha política en Turquía siempre ha sido bastante difícil, pero la diversidad en la democracia es importante», agregó. Y sobre «los problemas» con el HDP y el PKK opinó que «deben ser resueltos mediante el establecimiento de una relación con los partidos, no mediante la exclusión».
Las opiniones y posturas públicas del ex mandatario, además cuadro político fundador del AKP, en vísperas del acto comicial no pasaron desapercibidas.
Es que a Gul se lo considera la cara visible de sectores internos del oficialismo que pugnan por un corrimiento del partido hacia el centro, retomar las conversaciones de paz con los kurdos y cesar el apoyo a la oposición siria.
¿Se repetirán los resultados de los comicios de junio? Según los sondeos realizados, todo indica que en general serán muy similares y Turquía amanecerá el lunes próximo con la misma sensación de zozobra.
Sin embargo, el oficialismo confía en que en 39 de las 81 principales ciudades del país, 10 de ellas en provincias con predominio kurdo, el AKP tenga posibilidades de alzarse con la victoria por sobre el HDP y CHP particularmente.
«Son ciudades donde hay paridad de fuerzas, pero por el sistema de reparto proporcional o D’Hont por cifras pequeñas de votos, entre un 0,1% y un 3% se gana un diputado», explicó a Télam el analista Mehmet Ozkan, de la Agencia de Cooperación y Coordinación de Turquía (TIKA).
Entre otras, en esa situación estarían Diyarbakir, Estambul, Ankara, Sivas, Van, Igdir, Kahramanmaras, Erzurum y Bayburst.
«Así AKP recuperaría el terreno perdido«, afirmó Ozkan.
Siempre sujeto al visto bueno de la Unión Europea, que mira con inquietud su política hacia los kurdos y sus iniciales titubeos respecto al Estado Islámico, con problemas en la economía del país, rebelión de las clases medias urbanas y con deslizamientos en la política internacional que no lo favorecen, a Erdogan se le hace difícil un nuevo fracaso.
Si ese fuera el escenario, lo más probable es que se le puedan abrir dos caminos: avenirse a un acuerdo de gobernabilidad compartida cediendo posiciones, o dar un paso al costado.