Después de una breve pero tensa sesión, el gobierno consiguió aprobar en el Parlamento el duro acuerdo y ajuste que el primer ministro Alexis Tsipras firmó con sus acreedores de la eurozona, gracias al apoyo de las bancadas de oposición de centro y de derecha.
Al cabo de otra jornada dramática, el gobierno griego de Alexis Tsipras logró aprobar hoy en el Parlamento un polémico ajuste exigido por los acreedores y socios de la eurozona para otorgar a Grecia un nuevo «rescate» financiero, gracias al voto de la oposición de centro y derecha y en una sesión marcada por represión policial en las calles y una fuerte división dentro del oficialismo.
Treinta y dos de los 149 diputados de Syriza, la coalición gobernante, votaron en contra del acuerdo y otros seis se abstuvieron, mientras que el socio minoritario del gobierno, los derechistas Griegos Independientes, y los partidos de oposición Nueva Democracia, Potami y el socialdemócrata Pasok apoyaron el duro ajuste.
En total, el acuerdo recibió 228 votos a favor, 64 en contra y seis abstenciones.
«No voy a endulzar esto y hacer como si se tratara de un éxito. (…) Teníamos tres opciones: un acuerdo que no me gusta, la quiebra o la salida del euro. Pido que elijan la opción de la responsabilidad», aseguró Tsipras al dirigirse a los 300 diputados al final de una áspera y prolongada sesión que debía terminar a la medianoche pero se extendió dos horas más.
Pese a que los partidos de la oposición más conservadora dieron su voto al acuerdo negociado por el gobierno, tanto los líderes de Nueva Democracia (ND) como del socialdemócrata Pasok, advirtieron a Tsipras que el apoyo de hoy no significa que garantizarán la mayoría parlamentaria a su gobierno, que queda muy debilitado tras la rebelión de parte de sus diputados.
El lunes pasado Tsipras aceptó un tercer programa de ayuda europeo aún más neoliberal que el rechazado por el 61% de sus compatriotas en un referéndum hace sólo una semana, que le garantizará 86.000 millones de euros en los próximos tres años y el «compromiso» de discutir una reestructuración de la deuda griega, que ya supera el 180% del PBI nacional.
A cambio de una nueva inyección de dinero que permita recapitalizar los bancos griegos, poner fin al corralito y pagar los cercanos vencimientos de deuda con los acreedores europeos y cumplir con una cuota atrasada del FMI, Tsipras aceptó un aumento del IVA, un recorte de las jubilaciones, una reforma laboral y del Código Civil y un descarnado e inédito proceso de privatizaciones.
Este acuerdo preliminar debía ser aprobado hoy a más tardar por los diputados griegos para que los ministros de Finanzas de la unión monetaria, o Eurogrupo, empiecen a negociar los detalles del texto final del tercer programa de ayuda financiera de la Unión Europea (UE) a Grecia en cinco años.
Mañana, el Eurogrupo analizará, en teleconferencia, si lo aprobado en Atenas cumple con los requisitos pactados el lunes en Bruselas.
Si la conclusión es positiva, entonces el bloque comenzará a negociar un tercer programa de ayuda financiera, así como una propuesta de la Comisión Europea presentada hoy de conceder un crédito puente de 7.000 millones de euros a Grecia para que cumpla con sus compromisos de deuda con la UE y el FMI, y logre recapitalizar sus bancos para que reabran sus puertas y, eventualmente, levanten el corralito.
El viernes pasado, cuando el Parlamento griego tuvo que aprobar la última propuesta del gobierno de Tsipras a los acreedores europeos, el premier heleno perdió el apoyo de 17 diputados de la bancada de Syriza que se opusieron el texto por considerar que era muy similar al ajuste rechazado en el referéndum del 5 de julio, que fue convocado por el propio jefe de gobierno.
Hoy, la oposición dentro de su coalición y entre su base electoral se profundizó.
Horas antes de que comenzara el debate parlamentario, la viceministra de Finanzas, Nadia Valavani, y el secretario general del ministerio de Economía, Manos Manousakis renunciaron a sus cargos, mientras que la presidenta del Parlamento, Zoe Konstantopoulou, dio un paso a un lado y se negó a encabezar la sesión.
Como si esto no fuera suficiente para instalar un clima de tensión entre el oficialismo, el ministro de Reconstrucción Productiva, Planificación y Energía, Panagiotis Lafazanis, y el parlamentario y economista Kostas Lapavitsas, y, una vez más, el diputado y ex ministro de Finanzas, Yanus Varufakis, hicieron público su desacuerdo y adelantaron su voto negativo para el nuevo ajuste.
Además, 109 de los 201 integrantes del comité central de Syriza emitieron un duro comunicado, en el que calificaron al acuerdo como «un golpe de Estado», según la agencia de noticias EFE.
Finalmente, los sindicatos de empleados públicos, uno de los sectores sociales que más apoyaron la llegada al poder de Tsipras y Syriza, realizaron hoy el primer paro nacional contra el actual gobierno, una medida que sin embargo, no tuvo una gran adhesión, especialmente en el transporte público.
Desde que ganó las elecciones en enero pasado con la promesa de terminar con la austeridad y los ajustes impuestos por los acreedores de la UE y el FMI, Tsipras cuenta con una mayoría parlamentaria de 162 diputados en una cámara única de 300.
De ellos, 149 son de Syriza y 16 de Griegos Independientes, una fuerza ultranacionalista de derecha, que ya adelantó que no apoyará el acuerdo, pero sí la continuidad del gobierno.
En el caso de Syriza, no está claro si los 38 diputados que votaron en contra del acuerdo o se abstuvieron continuarán apoyando al gobierno de Tsipras.
Prueba de la tensión que se vive dentro del oficialismo es que la Juventud de Syriza fue una de las organizaciones que convocó y lideró la masiva y pacífica protesta que comenzó a congregarse frente al Parlamento, en la simbólica plaza de Syntagma, a la tarde, horas antes del debate legislativo.
Sindicalistas, militantes de izquierda, comunistas, anarquistas y simpatizantes del gobierno se unieron para pedir otra vez un «no» al ajuste.
Justo cuando el debate comenzaba dentro del Parlamento, en la plaza unos pocos manifestantes lanzaron bombas molotov y piedras, a lo que la policía anti motines respondió reprimiendo a toda la multitud con gases lacrimógenos.
En el medio de la confusión, una camioneta de un canal de televisión griego se prendió fuego, unos 40 manifestantes fueron detenidos y varias calles fueron cerradas con improvisadas barricadas, según informó la cadena de noticias Telesur.
Las imágenes del corazón de Atenas hacían recordar las de los días más oscuros de los últimos años, cuando la sociedad griega se levantó contra las duras medidas de austeridad aplicadas por anteriores gobiernos desde 2010, que aumentaron el nivel de desempleo, de pobreza y la deuda externa del país.