Estados Unidos aplazará su retirada militar de Afganistán y mantendrá a 5.500 soldados después de finalizado el mandato del presidente Barack Obama, que concluye en enero de 2017, anunció el propio primer mandatario en Washington.
El plan, que prolongará la presencia de Estados Unidos en el conflicto que ya se extiende por catorce años, incumple la promesa presidencial de terminar la guerra en el país asiático durante su mandato.
Obama explicó que las tropas del gobierno afgano no están todavía lo suficientemente fuertes, y transfirió la resolución del conflicto a su sucesor, que será electo en noviembre de 2016.
La estrategia actual contemplaba la reducción de los 9.800 soldados presentes en Afganistán a partir de mayo de 2016, con el mantenimiento de una fuerza residual en 2017 de unos 1.000 militares cuyo objetivo principal era garantizar la seguridad de la embajada estadounidense en Kabul.
El nuevo plan que el presidente presentó hoy en la Casa Blanca, contempla que esos 9.800 soldados se queden hasta finales de 2016 en Afganistán, número que se reducirá a 5.500 efectivos tras el final del mandato de Obama, transmitió en vivo la CNN.
Algunos de estos militares continuarán entrenando efectivos del Ejército afgano, mientras parte del contingente se dedicará a localizar a yihadistas de Al Qaeda, Estado Islámico y otras organizaciones rebeldes que operan en la zona, según fuentes militares que adelantaron el anuncio citadas por la agencia de noticias EFE.
La semana pasada, el jefe de las fuerzas de Estados Unidos en Afganistán, general John Campbell, adelantó a la prensa que había presentado a Obama varias opciones para prolongar la presencia de las tropas en ese país.
Además de las tropas estadounidenses, la OTAN cuenta con alrededor de 4.000 militares en tareas de asistencia y capacitación en Afganistán, aunque sin mandato para entrar en combate.
El nuevo plan de Washington llega en un momento de creciente violencia en el conflicto que sufre Afganistán, después de que los talibanes llegaran a controlar la emblemática ciudad de Kunduz, en el norte del país.
Los insurgentes ocuparon a comienzos de octubre Kunduz, durante tres días, en lo que supuso su mayor logro militar desde la caída del régimen talibán en 2001 tras la invasión de Afganistán, y el pasado día 11 anunciaron su retirada definitiva de la ciudad.
Los enfrentamientos por la toma de Kunduz causaron la muerte de al menos 500 talibanes y 80 civiles y heridas a unos 600 integristas, y unas 100.000 personas huyeron de la ciudad, según fuentes oficiales, que no detallaron las víctimas entre las tropas afganas.