Alemania rechazó hoy rápidamente una solicitud del gobierno griego de una extensión de seis meses de la asistencia financiera de la Unión Europea (UE), asestando un golpe a las esperanzas de que Atenas y Europa encuentren una pronta solución a una disputa que podría provocar un default y una salida del euro de Grecia.
El presidente del Eurogrupo, el ministro de Finanzas de Holanda, Jeroen Dijsselbloem, dijo que él y sus pares de los 19 miembros de la eurozona se reunirán mañana en Bruselas para considerar la propuesta griega de extender el programa de crédito, que expira el 28 de febrero.
Pero poco después de que la UE calificara la iniciativa de paso en la dirección correcta, Alemania, principal economía del bloque, la rechazó porque, como había anticipado Grecia, excluye de modo deliberado el compromiso de seguir aplicando los ajustes que la eurozona exige a Atenas desde 2010 a cambio del financiamiento.
En Berlín, el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schauble, rechazó la petición del gobierno del primer ministro griego, Alexis Tsipras, pues en palabras de su portavoz, Martin Jager, «la carta de Atenas no es una propuesta de solución sustancial», informó la agencia de noticias EFE.
A juicio de Alemania, la petición de Tsipras «en realidad pretende una financiación puente sin cumplir las exigencias del programa», y el portavoz señaló que ese escrito no se corresponde con las exigencias planteadas a Grecia por el Eurogrupo el lunes pasado antes de que colapsaran las negociaciones con Atenas.
Por la noche, Tsipras mantuvo una conversación telefónica de 50 minutos con la jefa de gobierno alemana, la canciller Angela Merkel, que un funcionario griego describió como una discusión «en un clima positivo para encontrar una solución mutuamente beneficiosa para Grecia y la eurozona», informó la cadena BBC.
Tanto Francia, al segunda economía de la zona euro, como la Comisión Europea (CE) se mostraron más receptivas a la propuesta griega que Alemania.
«Tomo las últimas declaraciones y decisiones del primer ministro griego al escribir al Eurogrupo como una señal alentadora de que es posible una solución y muy pronto», sostuvo el primer ministro francés, Manuel Valls, durante una intervención ante el Parlamento en París.
El titular de la CE, Jean-Claude Juncker, por su parte, estimó que la solicitud de Grecia es una primera «señal positiva» que podría allanar el camino hacia un «compromiso razonable» en el Eurogrupo, dijo su vocera, Margaritis Schinas.
En la carta del gobierno griego, enviada por ministro de Finanzas, Yanus Varufakis, a Dijsselbloem, Atenas reconoce el acuerdo de crédito como vinculante en su «contenido financiero y procedimental» y se compromete a honrar sus obligaciones con todos sus acreedores.
También incluye la oferta del Eurogrupo de «hacer el mejor uso de la flexibilidad» contenida en el actual programa y se compromete a finalizar y revisarlo exitosamente «en base a las propuestas del gobierno por un lado y por otro de las instituciones».
Atenas garantiza que cualquier nueva medida que implemente en cooperación con las instituciones estará «plenamente financiada» y se «abstendrá de acciones unilaterales que menoscaben las metas fiscales, la recuperación económica y la estabilidad financiera».
Acepta además la supervisión hasta finales de agosto de la CE y del Banco Central Europeo (BCE) y del Fondo Monetario Internacional (FMI), sin mencionar la palabra troika, como se denominaba conjuntamente a estas instituciones.
Varufakis afirmó que se acordarán condiciones mutuamente aceptables y que su aplicación, en colaboración con las instituciones, deberán servir para estabilizar la situación presupuestaria de Grecia y alcanzar unos superávit primarios «adecuados».
Asimismo, señala que Grecia se compromete a «la estabilidad de la deuda» y a la consecución de «los objetivos fiscales para 2015», pero «tomando en cuenta la situación económica actual».
Atenas pide además que el compromiso con sus socios de noviembre de 2012 a aliviar la deuda griega se discuta tras la prórroga y que forme parte de un futuro acuerdo, que denomina «Contrato para la Recuperación y el Crecimiento».
También pide a sus socios que el BCE vuelva a aceptar bonos emitidos o garantizados por Grecia en sus operaciones de refinanciación y que prolonguen la disponibilidad de los 10.900 millones de euros en bonos del fondo de rescate de la eurozona en la reserva utilizada para recapitalizar a la banca.