La oleada de inmigrantes cruzó a Macedonia, donde por lo general llegan en autobús desde Atenas, procedentes de las islas griegas del mar Egeo más cercanas a la costa turca.
En su mayoría sirios y afganos, viajan desde Turquía y transitan por el país heleno, lo que ha llevado a las autoridades a cierres puntuales de las fronteras de Macedonia, Serbia, Croacia y Hungría, lo que ocasionó que muchos refugiados se queden atrapados.
Al respecto la sección griega de Cáritas, organización de la Iglesia católica de carácter benéfico, indicó que entre las personas que cruzan Grecia «hay numerosas familias con mujeres y niños, que han tenido que hacer frente a viajes peligrosos y difíciles por mar y tierra».
La entidad proporciona alimentos y elementos de limpieza personal a los miles de refugiados que pasan por Idomeni, la ciudad griega que colinda con Macedonia, donde se han montado campamentos para darles cobijo.
Según Cáritas, muchos de los países europeos por los que cruzan estos desplazados «no disponen de capacidad suficiente para recibir oleadas de refugiados de esta magnitud, especialmente no pueden ofrecerles refugio».
Con la estación otoñal a pleno, y de cara a la próxima llegada del invierno, la situación de los refugiados y migrantes que duermen en campos a la intemperie se deteriora cada vez más, no sólo en Macedonia.
Unos tres mil refugiados pasaron la noche bajo la lluvia y el frío en suelo serbio junto a la frontera croata, a causa de la aglomeración que provocó el cierre de la frontera de Hungría con Croacia en la ruta de los Balcanes.
La portavoz de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Melita Sunjic, dijo hoy que se espera que a lo largo del día aumente el número de esas personas que huyen de Siria, Irán o Afganistán y aspiran a conseguir asilo en Europa occidental, citó la agencia de noticias EFE.
Esos refugiados se concentran en las proximidades de la localidad de Sid, en el noroeste de Serbia, por las sendas de la «frontera verde» entre los dos países, añadió la portavoz en declaraciones telefónicas desde la zona fronteriza.
Destacó que entre ellos hay mujeres, niños y ancianos que esperan durante horas, algunos durante toda la noche, para pasar a Croacia y seguir viaje hacia sus destinos en Europa occidental, generalmente Alemania o Suecia.
«Está (la frontera verde) en medio de los campos y no está previsto que la gente permanezca allí, ni pase la noche, sobre todo con estas (malas) condiciones meteorológicas», dijo Sunjic, y recordó que anoche llovió sin cesar y hay mucho barro.
Serbia se encuentra en la ruta balcánica, que comienza en Grecia, pasa por Macedonia y ahora sigue por Croacia, Eslovenia y Austria, mientras que hasta el cierre de las fronteras húngaras pasaba por el país magiar.
Hungría, que selló el sábado pasado su frontera con Croacia para detener el flujo de los refugiados y Eslovenia, por donde empezaban a seguir su camino, limita a 2.500 personas el número de refugiados que admite por día, e impide con vallas, policías y perros la entrada de más personas.
Eso ha creado un efecto dominó que lleva a Croacia a reducir también la cifra de refugiados que deja pasar, creándose así cuellos de botella a lo largo de la ruta de los Balcanes, con miles de personas y familias esperando en las fronteras, justo cuando en esta región han comenzado a registrarse las bajas temperaturas del otoño.