La votación por la que el primer ministro griego consiguió que el Parlamento aprobara el segundo paquete de medidas de ajuste draconiano impuesto por sus socios y acreedores de la zona euro, fue interpretada por la prensa como una prueba de resistencia de el Gobierno.
El conservador Kathimerini en tapa tituló «Grecia en la división», refiriéndose a las disidencias que el partido de Tsipras no pudo aplacar en esta sesión y que llevaron a numerosos diputados a rechazar las medidas.
Por su parte, el centrista Ta Nea tituló «Tsipras intransigente con el acuerdo y los rebeldes», en alusión al discurso del primer ministro en que defendió el pacto tras reconocer que no cree en él, pero se vio sin alternativas para evitar la quiebra del país.
Bajo el título «Angustia de cara al vacío financiero», el diario económico Naftemporikí resaltó que ahora es el momento, como afirmó Tsipras, de iniciar las negociaciones sobre el tercer rescate que permita asegurar la financiación.
Según el matutino, el resultado de la votación ya se esperaba en el Gobierno, en alusión a los diputados de Syriza que esta vez, a diferencia de la votación precedente, en mayor medida respaldaron las medidas, lo que supone la superación de un nuevo obstáculo.
El diario Efimerida ton Syntakton tituló, a su vez, «No hay nuevas bajas en la segunda prueba del desplome» refiriéndose también a los votos que consiguió reunir el Ejecutivo.
La votación salió adelante con 230 votos a favor, 63 en contra y 5 abstenciones en un Parlamento con 300 diputados que contó con la ausencia de 2.
Como se preveía, hubo disidencias dentro del partido gobernante Syriza, aunque menores que en la pasada votación y fueron 36 los diputados que no respaldaron el acuerdo (31 votos negativos y 5 abstenciones), frente a los 39 de la vez anterior.
Esta vez, Tsipras contó con el voto del más consistente de sus críticos por izquierda, el ex ministro de finanzas Yanis Varoufakis, a diferencia de la primera votación.
Hace 11 días Tsipras aceptó un tercer programa de ayuda europeo aún más neoliberal que el rechazado por el 61% de sus compatriotas en un referéndum una semana antes, que le garantizará 86.000 millones de euros en los próximos tres años y el «compromiso» de discutir una reestructuración de la deuda griega, que ya supera el 180% del PBI nacional.
A cambio de una nueva inyección de dinero que permita recapitalizar los bancos griegos, poner fin al corralito y pagar los cercanos vencimientos de deuda con los acreedores europeos y cumplir con una cuota atrasada del FMI, Tsipras aceptó un aumento del IVA, un recorte de las jubilaciones, una reforma laboral y del Código Civil y un descarnado e inédito proceso de privatizaciones.
Antes de la votación, Tsipras volvió a defender su decisión, según informó la agencia de noticias EFE.
«No había nada de patriótico en dejar caer el sistema bancario griego», argumentó el premier griego, que prometió tratar de introducir medidas más moderadas en el futuro para intentar que la mayor carga no recaiga en los sectores sociales más débiles.